El amor nunca se sabe donde puede nacer, es algo que aunque lo busquemos nadie nos asegura que lo podamos encontrar. Esteban encontró a su chica rubia en Monesterio y desde ese momento quedó prendado de ella.
Él de Sevilla, Virginia de Extremadura y bajo una luna llena en Rota, Cádiz, Esteban le pide matrimonio. Ellos tenían distintos orígenes pero un mismo destino.
Esta joven y bella pareja eligieron para celebrar su boda el Restaurante Abades Triana, situado en la conocida calle Betis, en el popular barrio de Triana y a orillas del Guadalquivir, con unas vistas impresionantes de la Torre del Oro. Pocas cosas más se le pueden pedir a este lugar.
Una boda civil llena de emotividad con música en directo y con varias lecturas por parte de familiares y amigos. Realizaron el ritual de la arena y de la luz. Rituales que quedaron enmarcados en una tarde de verano sevillano con un bello fondo.
Una pareja que desde el primer día que los conocí me llamó la atención ese amor que se tienen el uno al otro, ese amor que se refleja en el brillo de sus ojos cuando se miran, ese amor que transformó a Virginia en una princesa que junto a su príncipe cumplían un sueño, un sueño que organizamos en muy poco tiempo.
Gracias a ellos por su confianza y gracias al personal del restaurante Abades Triana por su siempre inestimable colaboración.
Para finalizar dejo una frase que pronuncio un familiar durante su lectura: "Dichosos los hombres que aman a la mujer con la que se casan, pero más dichoso aquel que ama a la mujer con la que están casado"
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